miércoles, 12 de octubre de 2016

Lo peor

Unas cuantas horas más de interminable viaje y llegaría.

Se despertó con el traqueteo del coche de la carretera, si es que aquello se podía calificar de tal. No llegaba ni a camino de cabras. Estaba acercándose al fin del mundo, y aún no sabía ni cómo había llegado hasta allí. O peor aún... lo sabía demasiado bien.

Volvió a cerrar los ojos y se puso a repasar la conversación que mantuvo hacía tan solo dos semanas. Una cena entre viejos amigos, un par de copas, un ven aquí que te voy a contar un secreto... y el par de ojos más hipnóticos mundo.

A partir de ahí, sintió que todo se le escapaba de las manos. Como quien aguanta una soga y los dedos se niegan a obedecer. Lo puedes ver, lo sientes, lo sabes... pero no puedes evitarlo. Así se había sentido. ¿Cómo le había podido pasar de nuevo? Mejor no pensarlo. Porque había pasado y ya era tarde para volver atrás.

Estoy preparando una expedición, dijo. ¿De qué se trata?, respondí. Es una inmersión en una zona de coral. Es fácil, y más para alguien como tú. ¿Como yo? Ja, ja. Sí, ja, ja.

Pensaba que la trampa le funcionaría así de fácil, que volvería a picar... La maldita engreída tenía razón. Cuando se quiso dar cuenta ya estaba renovando su pasaporte y conociendo a su guía para viajar a tres millones de kilómetros de su casa, una vez más, después de tantos años.

¿Y por qué? No era el mejor para aquel trabajo, ni el único que lo habría hecho. Tal vez años atrás sí hubiera sido el más apropiado. Pero ahora era viejo, fuera de lugar como un gramófono en el siglo XXI. Todo vuelve, dicen algunos. Bueno, no todo. Él no debería.

Y sin embargo...

Y sin embargo, pronto estaría escupiendo en unas gafas y respirando con una botella a 20 metros de profundidad, mientras observaba de nuevo el cristalino fondo del mar en busca de ni importa qué.

Porque después de todo, lo peor, y de eso sí estaba seguro, lo peor es que la maldita tenía razón.



Lo peor

No hay comentarios:

Publicar un comentario