viernes, 24 de noviembre de 2017

Tómatelo...

Sucedió hace mucho.

Voy a hablar con propiedad. Me sucedió hace mucho.

En aquel entonces, yo no tenía años suficientes para una pata de las de ahora.

Estaba en una casa de colonias. En una casa así, ya se sabe, habitaciones compartidas, baños enormes. Pero yo era monitor, así que no me tenía que lavar en manada. No ese día, al menos.

Ahí estaba yo, delante de mi lavabo, mi espejo, haciendo las cosas que hace uno normalmente. No estaba solo. Justo a mi lado, pese a todo el espacio libre, había otra monitora. También haciendo sus cosas. Creo que se estaba tocando algún granito de la cara. Me lo imagino, no lo sé. Y no lo sé porque yo estaba a lo mío. Y como yo estaba a lo mío, ella me habló.

- Esto que estoy haciendo ahora, no lo hago delante de las otras.
- Bueno, es que a mí no me importa.
- Ya sé que no te importa. Por eso lo hago delante de ti.
- Bueno... me lo tomaré como un cumplido.
- Tómatelo así, porque lo es.

Esa conversación, esas palabras... aún las recuerdo como si las acabara de escuchar.

En alguna otra ocasión he escrito sobre el valor y la importancia de algunas palabras que se dicen sin pensar en el impacto que pueden tener. Palabras dichas de forma inconsciente pero con mucha profundidad. En este caso, ella sabía lo que estaba diciendo y tenía muy medida su intención. Pero fue su naturalidad y su sinceridad lo que hizo que hoy, tanto tiempo después, aún me acuerde y esté escribiendo sobre ello.

Me acuerdo hoy, y me acordaré toda mi vida.



Tómatelo...

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